Before:2023
Qué felices éramos todos antes de 2023. Antes de que los ChatGPT y los DALL-E de turno hubieran entrado en nuestras vidas. Antes de que sus «mágicas» capacidades comenzaran a maravillarnos mientras realmente hacían otra cosa:
Matar Internet.
Puede que estemos viendo morir a Internet tal y como la conocemos. Y lo peor de todo es que existen potentes argumentos para creerlo. La idea no es otra que ver cómo la IA generativa lo está contaminando todo. Lo comenzó a hacer en 2023, cuando las imágenes y textos generados por modelos inteligentes como los de OpenAI comenzaron a infiltrarse en las redes sociales. Aquello incluso parecía maravilloso: qué bien escribía la IA, qué chulas eran las imágenes, todos a compartir en Twitter, Facebook, Instagram,… sin darnos cuenta de algo importante: estábamos alimentando un monstruo.
Seguimos en ello, pero es que además cada vez lo hacemos con mayor intensidad. Y el peligro es que esos modelos de IA que hasta 2023 se habían alimentado solo de textos e imágenes generados por humanos, ahora se han vuelto caníbales. Comen datos generados por ellas mismas, retroalimentándose una y otra vez en un peligroso círculo vicioso. Un bucle infinito que puede acabar dando como resultado inquietantes modelos mutantes de IA.
La situación comienza a ser preocupante. Ya no estamos ante modelos de IA generativa, sino degenerativa: la calidad de internet se va a pique. Hay ejemplos por doquier. Abres Instagram y te encuentras con una maravillosa imagen de una mansión. Los comentarios lo dejan claro: es una maravilla. Luego, con otra de un pueblecito italiano, pero que tiene apellido: IA. El autor ha tenido el detalle de avisar de que la imagen no es real, pero en los comentarios la gente -o los bots, a saber- parece ignorar el detalle. Todos escriben que la imagen es una maravilla.
Una bola de nieve que no para
Entre estas demostraciones de una internet cada vez mas contaminada por la IA está otra incluso mas peligrosa: los resultados de Google que ya no muestran en sus primeras posiciones imágenes publicadas por seres humanos, sino creaciones artificiales. El problema es que nadie parece querer (o poder) frenar esta bola de nieve. Las empresas desde luego no parecen estar por la labor: LinkedIn permite generar mensajes, perfiles y descripciones de ofertas de empleo mediante IA y todas esas publicaciones acaban retroalimentando los modelos de OpenAI, porque Microsoft invirtió miles de millones en ella y tienen acuerdos al respecto. Google permite que sus modelos de IA te escriban borradores de correos en su plataforma Google Workspace Labs, y los responsables de WordPress tienen su Jetpack AI Assistant para que los post de tu publicación los escriba una máquina.
Esta fiebre por dejar que las máquinas escriban por nosotros -uf qué pereza, escribir uno mismo- está también causando un terrible impacto en Amazon, que ha visto cómo los modelos de IA no paraban de publicar obras a diestro y siniestro. Y no hablamos de maravillosas epopeyas o ensayos, no: hablamos de resúmenes de libros reales, biografías no autorizadas y textos que (al menos de momento) no tienen valor alguno y que solo sirven para contaminar la oferta existente. El peligro se extiende a la generación de contenidos baratos y engañosos que no paran de inundar redes como TikTok, donde algunos jóvenes enseñan cómo ganar dinero con minivídeos que son una auténtica oda al clickbait.
Google es probablemente la primera que debería reaccionar, sobre todo teniendo en cuenta que para mucha gente Internet y Google son sinónimos. La empresa tiene otros muchos problemas, pero su propia reputación peligra si su buscador empieza a dejar de mostrar contenido relevante. Parece que ya han movido ficha con cambios en su algoritmo que teóricamente castiga contenidos pobres, de spam y generados por IA (ellos lo llaman contenidos automatizados de baja calidad), pero llevan años ganando mucho dinero gracias a ese mundo SEO paralelo creado por ellos mismos: no parece fácil de creer que vayan a resolver el problema a corto plazo.
Mientras, el resto de empresas parecen felices con este aluvión de contenidos porque, sencillamente funcionan. Las mansiones generadas por IA de las que hablábamos al comienzo de este artículo triunfan en Instagram, pero también lo hicieron los alucinantes vídeos de Sora que plantean una revolución igual de peligrosa para TikTok o YouTube. Una en la que los futuros vídeos se nutrirán de estos que ya han sido generados por una IA y que todo a punta a que serán cada vez peores para acabar convirtiendo Internet en un basurero.
Quedará, eso sí, una solución. La de rebuscar en la Internet pre-IA. ¿Cómo? Fácil: con un «before:2023» en la búsqueda para obtener resultados sin basura artificial. Penosa solución! 🙁
Fuente: Xataka